El Valencia, con dos goles de cabeza al principio del encuentro, y con otro testarazo al final, derrotó al Getafe por 3-1 y se adjudicó una Copa del Rey, la séptima de su historia, que le permite culminar con un título una temporada nefasta. El Valencia es el campeón porque atacó con más decisión la final, ante un rival que no encontró su juego y sólo sobrevivió con esperanza mientras aguantó el físico de Esteban Granero.
Con el empuje de Rubén Baraja y Carlos Marchena ahogó el centro del campo getafense y sacó ventaja de la movilidad entre líneas de David Silva para lograr una ventaja que pudo ser decisiva. Marcó en su primer ataque. De un buen desmarque del centrocampista canario, bien visto por David Villa, partió el primer gol, rematado de cabeza en el centro del área y sin oposición por Juan Mata (m. 4). En estado de shock y con el recuerdo fresco de la final perdida hace un año, por otro gol en los primeros minutos, el Getafe aún concedió a su rival otro tanto, tras un saque de esquina lanzado por Silva, al que no quiso acudir el meta Óscar Ustari y que cabeceó de nuevo sin oposición Alexis Ruano.
La final se iba para Valencia gracias a la cabeza de Mata, uno de los pocos jugadores rehabilitados por Ronald Koeman, y de Alexis, titular en el último momento por la baja de Iván Helguera. Pero el Valencia llega al tramo final de la temporada con demasiados temores y, pese a que el Getafe tardó más de veinte minutos en inquietar al alemán Timo Hildebrand, encontró la ayuda de los de Koeman, que fueron reculando hacia su área, para entrar de nuevo en la final, gracias a un penalti cometido por el italiano Emiliano Moretti sobre el rumano Cosmin Contra, que transformó Esteban Granero. Fue la última acción del primer tiempo.
Un penalti controvertido, porque Undiano Mallenco delegó toda la responsabilidad en su ayudante, destinatario de las quejas valencianistas de camino al vestuario. El descanso pareció reactivar a David Villa, que estuvo a punto de marcar en dos acciones consecutivas, una contra que terminó fuera y otro disparo, tras un gran regate dentro del área, que rechazó en su mejor intervención Ustari (m. 53).
Con Villa bajo mínimos y sustituido por Fernando Morientes en el minuto 74, al Valencia no le quedó más que una defensa heroica de su defensa y al Getafe recordar la enseñanza del Bayern, o lo que es lo mismo, confiar en que los títulos no se entregan hasta que ha finalizado el partido. Con esa fe remató de cabeza Braulio Nóbrega, pero despejó Hildebrand junto al palo. Y acabó la final. El Getafe se despidió de un nuevo sueño lastrado por otro error de un meta argentino. En esta ocasión, Ustari no blocó una falta lanzada por Baraja y envió su rechace hacia Morientes, que en plancha y de cabeza logró el tanto de la sentencia.
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