La Universidad San Martín le había ganado al Cristal de Oblitas por 4-3 jugando fútbol, demostrando temperamento, respetando el orden táctico y exhibiendo una impecable preparación física. Fue suficiente para bajarlos de una nube con seis puntos. La mayoría en el Rímac esperaba un triunfo celeste por la alineación que presentaron los “santos”. Se sabía que iban a jugar con suplentes por tener cerca un compromiso de la Libertadores y el hecho, posiblemente, dio un plus de confianza en La Florida. Sin embargo, transcurridos los diez primeros minutos, Oblitas y su clan supieron que los tres puntos no llegarían fácilmente.
Los de la San Martín jugaron como deben hacerlo los buenos profesionales: dando todo en la cancha. Marco Flores, a pesar de los tres goles, transmitió seguridad y habilitó con buenos saques por las bandas; Jair Céspedes se acordó de Roberto Carlos y se comió la banda izquierda, Wilmer Carrillo y Josepmir Ballón cumplieron una estupenda labor en contención; “Wally” Sánchez, apenas se metió al partido, justificó su llegada; Ryan Salazar volvió a ser fino con el pie; y Silva volvió a ser ese delantero que se fue al Werder Bremen. Gran partido de Roberto. Apoyando en defensa, metiendo pierna en el medio y ganando por alto en el área rival.
Los argumentos de Cristal funcionaron hasta que Franco Razzotti estuvo en la cancha. Era el único que asumía la contención y cuando se fue expulsado, el equipo del “Ciego” se desmoronó. Iban ganado dos a uno gracias a un cabezazo de Ximénez y a un penal de Lobatón. Pero cayeron en un vacío inexplicable. Oblitas no tuvo la claridad de Rivera para hacer cambios y se equivocó cuando llamó a Marcos Delgado. Palacios no tuvo la libertad necesaria, Villalta se vio en aprietos y Paul Cominges dejó de recibir. En ese momento fueron diez contra diez y la San Martín aprovechó. Primero un cabezazo de Silva, luego un taponazo de Sánchez y para cerrar una pintura de Salazar.
Los “santos” habían adelantado en el marcador gracias a un gol caricaturesco de Quinteros. Lo anecdótico es que toda la defensa del Cristal se quedó parada porque hizo caso a un silbato de su barra, pensando que se trataba de un fuera de juego. Sin embargo, el juez de línea no había levantado su banderín. Se validó un gol que casi siempre se ve en torneos de aficionados. Cristal no pudo seguir la senda de triunfos agónicos. Esta vez no le anularon goles al rival,ni tuvieron la suerte de su lado. Sólo tuvieron un minuto de silencio para llorar la derrota inesperada. (Fuente : El Bocon)
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